Un instante, un Hombre


Argentina, por supuesto es una cultura, una naturaleza, una historia, un equipo de fútbol, una lucha indígena pero sobre todo, son seres humanos.

Es la historia de un instante de vida que de repente, se transformó en una lección de vida y al mismo tiempo, en una luz más en un camino que ya cuenta con muchas.

Ocurrió anoche, en el Mercado Central de Salta, lugar lleno de vida, donde de una alameda a la otra, se encuentran puestos de frutas y verduras, se venden, se liberan o se arreglan celulares o se compra ropa, en el algarabía constante de transacciones comerciales, ruidos de cargas o descargas y el mas importante: el ir y venir de la gente.

Me había sentado en el medio de una cantina abierta, en el segundo piso, con una vista general sobre el lugar y miraba como pasaba la vida de otros, en espectador pasivo que se me otorga el estado de viaje de paso.
Sonreía a ver así el mundo en mis alrededores cuando de golpe, se abrió un paréntesis y ambos mundos se entrelazaron.

En la mesa de al lado, distante de apenas 2 metros, terminaban de cenar un hombre y dos mujeres, argentinos por lo que supuse.
Nada les diferenciaba de los demás, menos tenemos y mas parecemos a nuestro prójimo, cierto?

Noté una nena que pasaba entre las mesas, entre camareros y repartidores, proponiendo cartas con héroes a cambio de unos pesitos.
Apenas había rechazado su oferta, cierto de hacer por su bien a no sostener el trabajo de los niños, que ella ya me dio la espalda y se dirigia hacia la mesa siguiente.
Mismo rechazo, y si la historia hubiera terminado ahí, cierto que habría empezado y acabado con mi cena el alma en paz y el corazón liviano…
No será así…

Como la chica iba a marcharse, el hombre le pregunta si tiene hambre. A su asentimiento, le limpia un plato, le da papas fritas y preguntando si quiere sal, le corta unos pedacitos de pollo, agrega un poco de mayonesa y le da sus cubiertos para que comiera, así de pie a una mesa que le llegaba al mentón.
Después, abrió la mano para que le entregara la botella de soda vacía que llevaba y la llenó a partir de la botella familiar.
La anécdota solo tardó el tiempo que se tomó la nena a terminar su plato.
Después de unas palabras tranquilizantes, un cariño en su mano y un billete de 2 pesos, se fue, sin una mirada, y el hombre  acabó con su cena como si nada había pasado, mientras tanto, en la mesa de al lado, un viajero guiñaba para contener sus lagrimas y la emoción.

 

Lo que le dije a este hombre después, se lo digo a vosotros, mis amigos argentinos, porque todos, lo merecéis, y son el hombre de esa noche.

« Me llamo Sebastien, soy un viajero y hace 8 meses que estoy recorriendo su país. He decido establecerme aqui después de mi viaje en Argentina, justamente por lo que usted acaba de hacer con la niña esa noche, por esa bondad y generosidad del pueblo argentino. Quería darle la gracia, Señor, por la lección de vida. » Bajó los ojos, hice lo mismo.

Pude estrecharle la mano, lo que no podré hacer a vosotros como lo quería.
Entonces, lo único que me queda, como agradecimiento por todo lo que me habéis enseñado, dado, compartido es dedicarles esos últimos 8 meses de mi vida.

Un abrazo respetuoso.



Posted on 26th juin, by Sebas in Cycling South America
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3 réponses à “Un instante, un Hombre”

  1. Julio dit :

    Que lindo Sebas!! que bueno que tengas el corazón tan abierto para aprender y crecer!! Abrazo enorme!

  2. Celeste dit :

    Sos una hermosa persona Sebastián, gracias por compartir estas palabras!!
    Abrazo afectuoso para vos!!

  3. Catita dit :

    Wuauuuu Seb…

    Se me puso la piel de gallina.

    Que lindo ser eres, no cambies!!

    TQM

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